Soy un árbol de Navidad

| |


De repente, despierto. Estoy solo en el salón de una casa que desconozco. No hay nadie y lo único que puedo observar es el parpadeo de una bonitas luces de colores que llevo encima de mí. Es el único calor que tengo ante este frío invernal que por estas fiestas suele llegar. Estoy muy guapo, llevo bolas muy decorativas, angelitos y abetos colgando de mis ramas. Algo suena allí fuera, mucho escándalo . Se abre la puerta de la casa y son niños rebosantes de alegría, pegando saltos, comentando... No paran, están locos, eufóricos. Los padres les mandan a la cama y acto seguido ellos también se acuestan. Todo parece volver a la tranquilidad pero, de repente, alguien sale de la habitación de los padres en mitad de la oscuridad y se acerca a mí sigilosamente, lleva un montón de regalos y los deja bajo mis ramas. Una vez hecho su trabajo se da media vuelta y se va por donde ha venido. Ahora sí parece estar todo en calma. Pero al cabo de un rato, empieza a asomarse el sol por las ventanas, uno de los niños se asoma desde la puerta de su habitación, me mira y echa a correr, se tira a mis pies. Luego sale otro niño corriendo desde su habitación y también se tira a por su regalo y otra vez vuelve la locura a la casa. Abren los regalos como si fuera lo último que harían, se ponen a gritar llamando a los padres y repiten una y otra vez: "Papá, mamá, han venido los Reyes". Se levantan los padres y los niños van a abrazarles con mucha ilusión y alegría. Y yo, antes de despertar en mi realidad, pienso que, ojalá, todos los niños pudieran vivir esa experiencia con la misma ilusión y satisfacción.

Daniel Cortés.

No hay comentarios: